Bienvenidos al maravilloso mundo íntimo de Leda Valladares

La investigación de Fabiola Orquera tomó la forma de un volumen editado por la UNT y propone redescubrir la faceta menos conocida de la consagrada artista tucumana: la de escritora.

Por Guillermo Monti

Hay una Leda Valladares (1919-2012) protagónica, decisiva, de ineludible referencia cuando el mapa musical argentino se transforma en materia de estudio. Y hay otra Leda Valladares infinitamente menos explorada: la escritora. Esa es la faceta que Fabiola Orquera se propuso rescatar y de esa investigación nació uno de los libros más importantes del año. Coeditado por la editorial universitaria y por la Facultad de Filosofía y Letras, “El latido de las cosas” redescubre a la poeta, la narradora, la ensayista. Y por medio de esos textos, Leda Valladares amplifica su condición de figura central de la cultura latinoamericana en la segunda mitad del siglo XX.

Atención, no se trata de una biografía de Valladares, aunque el estudio preliminar de Orquera que abre el volumen funciona plenamente en ese sentido. Es, en todo caso, un perfil de la artista, acompañado por una extraordinaria serie de imágenes. Fotos que, en sí mismas, ya valdrían la publicación de un libro: Leda de niña y con ojos asombrados; Leda en familia; Leda disfrazada; Leda de joven en el Tucumán de los ‘30 y ‘40; y una particularmente emblemática: Leda y María Elena Walsh sentadas en el cordón de la vereda en una calle de París, bajo el afiche que promociona el lanzamiento de su disco. Cierta idea de que la imaginación podía hacerse con el poder empezaría a flotar años más tarde por allí. Valladares y Walsh estaban en el lugar justo y en el momento justo.

La primera parte de “El latido de las cosas” propone la reproducción de cuatro libros: los poemarios “Se llaman llanto o abismo”, “Yacencia” y “Camalma”, y uno no menos atractivo titulado “Mutapetes (arranques de una lapicera)”, en el que Valladares, divertida a pleno con las palabras -suerte de Sara Gallardo-, acompaña los párrafos con una serie de dibujos que son justamente eso: una experiencia de líneas entrecruzadas y juguetonas.

NOTA LA GACETA

1 de junio de 2025